domingo, 16 de octubre de 2011

Robert Hooke

 



Robert Hooke



De pequeño siempre estuvo enfermo, pero eso no le impidió demostrar su extraordinaria capacidad para las matemáticas y la ciencia en general. A él se le deben una gran cantidad de inventos y la mejora del microscopio OLGA MAGISTRIS LÓPEZ
Le fascinó lo más pequeño, los detalles que el pobre ojo humano no podía apreciar; aquéllo que por su ínfimo tamaño nadie, salvo unos pocos, tenía la oportunidad de observar. Por eso, Robert Hooke (1635-1702) perfeccionó el microscopio, el aparato que le permitía cotillear en los seres del universo.
Pero no se quedó ahí. Inventó, además, una gran cantidad de instrumentos (barómetro de cuadrante, el primer higrómetro, un anemómetro, etc., todos para conocer los cambios meteorológicos) que le dieron durante mucho tiempo la supremacía en los mares a su país, Inglaterra. Fue, sin lugar a dudas, el científico más notable de su
época.

En 1665 publicó Micrographia, un libro en el que se podían ver algunos de los mejores dibujos que se han hecho de observaciones microscópicas, como el de la mosca. Para llevarlo a cabo construyó él mismo distintos microscopios, modelos muy aventajados en la parte mecánica con respecto a los que crearon sus colegas contemporáneos.
A lo largo de ese mismo año, comenzó a trabajar como profesor en el colegio de Gresham. En la octava planta de aquel edificio donde Hooke tenía su residencia se encontraban los telescopios que construyó para observar el movimiento de las estrellas. No en vano, fue el primero en formular la teoría de los movimientos planetarios como problema mecánico y, según alguno de sus biógrafos, se acercó mucho a la teoría de la gravitación universal de la que es autor Newton.
Por cierto, siendo Hooke ya mayor tuvo sus más y sus menos con el joven físico, a quien acusó de adjudicarse algunos de los resultados de sus estudios.

Robert Hooke ingresó en Oxford por su esfuerzo y a pesar de su extrema pobreza. En la Universidad, uno de sus profesores, Robert Boyle, le admitió como ayudante en su laboratorio. Allí Hooke construyó una ingeniosa bomba para comprimir el aire y producir vacío; el mismo aparato que utilizó más tarde Boyle para demostrar la ley de los gases: el volumen de un gas es inversamente proporcional a su presión.
 
Rbert Hooke fue, además, el fundador de la denominada meteorología científica (tal y como hoy la conocemos), con la invención de artefactos que medían los cambios de tiempo. Perfeccionó también los métodos de obtención de información meteorológica; ideó un sistema práctico de telegrafía; construyó la primera máquina aritmética y el telescopio gregoriano.

 
Puede decirse que el microscopio es un invento colectivo que han ido perfeccio lo largo de la Historia cientos de científicos. En realidad, su existencia se debió fundamentalmente a la necesidad que éstos tenían de ver lo que al ojo humano se le escapaba, de escudriñar en organismos que escondían las claves del estudio en sí mismos.
Cada uno, a su manera y de acuerdo con sus posibilidades construyó microscopios cada vez más completos y complejos. Hoy, por ejemplo, el microscopio electrónico ha permitido a los investigadores analizar, construir y descubrir, entre otras muchas cosas, el secreto de la vida, el ADN.
Cierto es que las propiedades de las lentes se conocían incluso antes del siglo XVII, pero no fue hasta principios de ese siglo que se inventó el microscopio compuesto. Éste está formado por una combinación de lentes, a diferencia del sencillo que estaba formado por una sola lente montada.
Todos los historiadores adjudican el invento a un holandés, Zacharias Jansen, aunque poco se conoce de su actividad investigadora. Uno de los avances más destacados lo llevó a cabo el óptico inglés Joseph Jackson Lister, cuando diseñó el microscopio acromático, que dio lugar, tiempo después, al óptico.

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